Basilisco


Del lat. basilicus, y este del gr. basiliskoV, ‘reyezuelo’. Animal fabuloso al que se atribuía la facultad de matar con la mirada: el basilisco es uno de las alimañas más sorprendentes de los bestiarios medievales.

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Con el nombre de basilisco se denominaba a un animal fabuloso, originario de África, con forma híbrida de serpiente y gallo que medía aproximadamente medio pie de largo. Era tan venenoso que su aliento podía helar la tierra y su mirada resultaba letal incluso para sí mismo.


Etimología

El nombre viene del griego basileus (basileus) que significa ‘rey’, traducido en latín por su equivalente regulus, porque es el rey de las serpientes, que huyen en cuanto lo ven. En algunas fuentes aparece citado como silbido, pues era así como mataba, antes de morder o de abrasar.


Origen y evolución del mito

El monstruo legendario al que en la antigüedad se llamó basilisco era un reptil amarillo de pequeño tamaño, con la cabeza puntiaguda y sobre ella una mancha blanca y tres apéndices prominentes, a modo de diadema o corona. Este último detalle, unido a sus particulares características destructoras -su aliento ponzoñoso, su silbido mortal y lo terrible de su mirada- hizo que se creyese que era el «rey de las serpientes», ya que de él huían hasta las malvadas víboras.

Basilisco

En la Edad Media se siguió pensando en el basilisco como en un animal letal, nacido de un huevo sin yema puesto por un gallo tras siete años -el reinado de Sirio- de llevarlo en su vientre. Este huevo, que tenía forma esférica y estaba recubierto de una gruesa membrana, era empollado por un sapo sobre el estiércol durante nueve años. El aspecto físico del basilisco hacía honor a las características de aquellos que lo habían gestado, pues en el momento de la eclosión aparecía un bicho que tenía cabeza, cuello y pecho y ocho patas como las de un gallo, mientras que de pecho para abajo era como una serpiente con una larga cola de forma trífida en la punta; además, encima de su cabeza lucía una corona que delataba su real condición y un par de ojos centelleantes llameaban en su cara, tan letales que no se podía dar muerte a esta bestia sino era presentándole un espejo o un trozo de vidrio, que detuviera su mirada para que, al arrojar el veneno, rebotara hacia atrás contra el propio monstruo.


 La sangre del basilisco

Es muy frecuente en la mitología universal la doble capacidad de quitar y conceder la vida de muchos seres, a la que el basilisco no es ajeno. Es Lucano, en su Farsalia, quien cuenta que de la sangre venenosa de Medusa nacieron todas las serpientes del mundo, incluido el basilisco; ahora bien, esta sangre tenía extrañas propiedades, pues mientras que la de la vena izquierda era un potentísimo veneno, la de la derecha tenía elevadas virtudes curativas, incluida la de resucitar a los muertos.


 El poder mortal de la mirada

Durante la etapa medieval se concedió importancia sobre los otros sentidos corporales, recordemos que una mirada podía matar de amor y de era frecuente hablar de las flechas o dardos que arrojaban los ojos. No puede resultar extraño, pues, que el mayor poder de tan mortífero animal residiera en su mirada. Lo que ya si parece una posibilidad demasiado fácil es creer que verle antes de que él lo haga nos permitirá darle muerte; es decir, si se da esta circunstancia se produce una relación biunívoca o, dicho de otro modo, el hombre se convierte entonces en basilisco.


 En la literatura Fantástica

Solitario; su mirada convierte en piedra a todos los que le miran. Es una bestia muy rara con un cuerpo a modo de serpiente dotado de extremidades (un par de alas y patas) recubiertas de pluma. No tiene brazos y su emplumada cabeza acaba en una cresta y un pico afilado, así que parece el cruce de un dragón y un gallo, pero de menor tamaño, entre 6 y 9 metros. Cuentan las leyendas que provienen de huevos de gallinas empollados por criaturas feroces. Aunque su origen es sombrío, está claro que han evolucionado de forma que su piel se ha hecho más ligera y resistente. Sea lo que sea, el caso es que poseen un aspecto tan horrible que convierte en piedra a todo aquel que se gira a él o le mira a los ojos (Incluyéndose a ellos mismos a través de un espejo). La única forma segura de observar a un basilisco es por su reflejo en algún cuerpo.

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Son criaturas torturadas, infelices y extremadamente amargadas. A pesar de su relativa inteligencia, parecen bastante impredecibles y alocados. Son muy poderosos y cuando emplean su sibilino siseo, cualquiera que se encuentre cerca, le entra un sentimiento de pánico. Poseen unas garras y un pico bien afilados y aquellos que desafíen a un basilisco para obtener un gran tesoro que seguro que guardan, o son muy fuertes, o excepcionalmente estúpidos. Al final, la mayoría acabarán convertidos en estatuas.


BIBLIOGRAFÍA

Rolemaster.

http://www.enciclonet.com

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