Los Mattiobarbuli


Eran dardos (También llamados Plumbatae) que se lanzaban manualmente, formados por una pequeña asta de entre 10 y 20 cm con una arte de hierro apta para herir en toda su dimensión, y que tenía unas aletas para mantener la dirección y un peso de plomo que le hacía alcanzar los 100 o 200 gramos.

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Estos dardos, muy extendidos a finales del siglo III d.C., a los combatientes de a pie les resultaba muy fáciles de llevar (En el hueco del escudo cabían hasta 5 o 6), y podían utilizarlos también contra formaciones a caballo lanzándolos mientras permanecían en formación cerrada, yq ue tenían la misma función que los venablos. Además su coste de producción era bajo.

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El escritor Flavio Vegecio (Finales del siglo IV, mediados del siglo V d.C.) en su Epitoma Rei Militaris (1.17), nos recuerda como dos legiones fueron tan hábiles en el uso de esta arma que fueron elegidas para formar parte de la guardia personal de Dioceclano. La legión VI Herculina, que se ganó el apelativo de mattiobarbuli, probablemente estuvo relacionada con este acontecimiento.


BIBLIOGRAFÍA

Atlas ilustrado de Armas Blancas. Editorial Susaeta.

Un comentario

  1. El dibujo de como se almacenaban en el escudo no es correcto, de esa forma el peso hacía tope con la sujección superior y no se podrían sacar 🙂

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