Fue usada en Centroeuropa hasta 1846. El torturado era sentado en ella desnudo y amarrado por correas que lo apretaban lentamente, de modo que los pinchos le penetraban en la carne.
Parecida a esta, pero sin pinchos, era la llamada la silla de la zambullida, que era utilizada para sumergir en el agua (en ríos, estanques, lagos…) a mujeres y a todos aquellos castigados por la justicia local.
La inmersión duraba pocos instantes, pero el espectáculo podía durar tardes enteras. Este castigo que era inflingido a mujeres pendencieras o cotillas, no era siempre excesivamente eficaz.
Como refirió un cornista del siglo SVII:
«Jenny Pipes, llamada Jane, fue arrojada al agua desde el puente de Kenwaten, en Leominster, y lo primero que hizo al salir a flote fue insultar brutalmente, con palabras horribles, al magistrado que la había condenado».
BIBLIOGRAFÍA
Museo de la Tortura. Santillana del Mar.