Personajes Históricos: Públio Horacio Cocles (Un sólo ojo)


La historia tradicional de los orígenes de Roma gira en torno a una fecha crucial: el año 509 a.C., en que fue derrotado el último de los siete reyes que gobernaron la ciudad desde la época de Rómulo, dos siglos y medio atrás, para dar paso a la República. Ese último rey de Roma se llamaba Tarquinio, pero la tradición histórica romana le dio el apodo de «el Soberbio», diferenciándolo así de otro Tarquinio que había reinado en Roma unas décadas antes, Tarquinio Priso. En efecto, en la memoria histórica de ña Roma republicana Tarquinio el Soberbio encarnó los peores vicios de la monarquía y fue visto como un modelo de tirano y enemigo de la patria.


La expulsión de Tarquinio de Roma

Tradicionalmente, el fin de Tarquinio el Soberbio se relaciona con un episodio violento protagonizado por su hijo Sexto: la violación de Lucrecia, una patricia romana casada con un pariente del propio rey. El suicidio de la joven tras el ultraje suscitó tal indignación que los romanos, liderados por Bruto, un sobrino de Tarquinio, decidieron prohibir el regreso del rey –que en esos momentos se encontraba en una campaña militar contra Ardea– y expulsar de la ciudad a todos los miembros de su familia. Según la tradición, Lucio Junio Bruto y Tarquinio Colatino, convertidos en libertadores del pueblo, se proclamaron cónsules, una nueva magistratura anual que sustituía a la figura del monarca. Quedaba así abolida la monarquía y daba inicio el sistema republicano.800px-Horatius_Cocles

Naturalmente, éste es un relato legendario, elaborado mucho después de los acontecimientos. Los historiadores actuales han propuesto diversas hipótesis sobre la caída de Tarquinio: una revolución interna, la amenaza de otro líder etrusco, la reacción latina a la supremacía etrusca, o una evolución más gradual por la que la vieja aristocracia fue sustituida por la nobleza de corte que se desarrolló en torno al «tirano».
Tras su expulsión de Roma, los Tarquinios buscaron refugio en ciudades etruscas aliadas. Sexto Tarquinio acudió a Gabii, donde fue asesinado; dos de sus hermanos se refugiaron en Caere, y Tarquinio el Soberbio buscó asilo en su tierra natal, Tarquinia, donde empezó a tramar la restauración de la monarquía en Roma. Inicialmente, Tarquinio trató de organizar una conjura por medio de legados enviados a Roma a reclamar las propiedades de la familia real. En el complot se involucraron numerosos jóvenes contrarios al nuevo sistema republicano, entre ellos los hijos del cónsul Junio Bruto. Pero la intriga fue denunciada, las propiedades reales fueron confiscadas y se condenó a los conjurados a ser azotados y decapitados públicamente.


Tarquinio intenta recuperar el trono. La leyenda de Públio Horacio Cocles. El puente Sublicio.

El monarca exiliado organizó entonces un ejército con tropas de Tarquinia y Veyes y atacó Roma. Sin embargo, fue derrotado y en la batalla perdió la vida uno de sus hijos, Arrunte Tarquinio, aunque por parte de la República también falleció el cónsul Junio Bruto. Los Tarquinios pidieron asilo y apoyo a Lars Porsena, rey de Clusium.3-2

Cuando el ejército de Porsena llegó a las inmediaciones de Roma,  un ejército romano le salió al paso comenzando así la leyenda de Publio Horacio Cocles:

Al norte, el Campo de Marte, el Capitolino y el río Tíber junto con la Isla Tiberina. Al oeste, el Janículo (en latín, Ianiculum), la colina elegida por el ejército de Lars Porsena para montar campamento. Al este estaba el río Tíber, el puente Sublicio, las murallas de Roma y el monte Aventino. Mirando hacia el este, entre la Isla Tiberina y el campamento estaba el ejército etrusco conformado por 3 grandes columnas de infantería. En la columna izquierda estaban formados por exiliados romanos y liderados por los Tarquinios. En el ala derecha estaban formada por una colación latina, liderada por Octavio Mamilio y en el centro la columna más potente y numérica que era la de Lars Porsena.

Del lado romano, la composición del ejército fue igual. En el ala izquierda, que iba a luchar contra la columna derecha comandada por Mamilio, estaba Marco Valerio Voluso –hermano de Publio Valerio Publícola– y Tito Lucrecio Tricipitino. En el ala derecha, estaba Espurio Larcio Flavio y Tito Hermimio Aquilino para enfrentarse al ala de los Tarquinios. En el centro los cónsules Publio Valerio Publícola y Marco Horacio Pulvilo.

Durante la batalla, el ala de los Tarquinios comenzó a ceder, pero no así la de Porsena y Mamilio, que empezaban a mellar las columnas de los cónsules hasta el punto que muchos romanos comenzaron a huir hacia las murallas presos del pánico. Lo que siguió luego fue terrible: la desbandada fue inmensa y unos pocos lograron contener al ejército etrusco.22194454

Viendo que la desbandada era inevitable, un hombre llamado Publio Horacio Cocles (un sólo ojo) que estaba de guardia en el puente Sublicio salió a reprender a todos los que huían hacia la ciudad a través del puente llamándoles cobardes. El puente Sublicio era angosto y con las defensas lo hacía un punto ideal para frenar el combate. Pero ni insultándoles podía Horacio Cocles convencer a sus compatriotas que lanzaban las armas y seguían huyendo despavoridos, es por eso que él mismo se interpuso en el comienzo del puente dispuesto a frenar al ejército enemigo que venía para tomar la ciudad. Según escritor británico Thomas Macaulay en en la colección de poesías Cantos de la Antigua Roma:

«¿Qué mejor manera de morir puede tener un hombre, que la de enfrentarse a su terrible destino, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?»

Al principio eran unos pocos valientes etruscos que deseaban la gloria. Éstos caían al río ahogándose o bien eran muertos por Cocles. Viendo esta situación, dos oficiales de alto rango, quizás avergonzados de ser partícipes de la huida cambiaron de opinión al ver como Horacio Cocles comenzaba a matar enemigos que intentaban hacer paso. Es así como Espurio Lucrecio y Tito Herminio Aquilino se volvieron y se pusieron hombro a hombre con Horacio. Los dos oficiales y el soldado contuvieron las primeras embestidas. Mientras esto ocurría, Horacio ordenaba a los romanos que huían a que derrumbaran el puente como fuere para evitar que el enemigo penetrase.HoracioCocles1

Entre todo el alboroto para mover al ejército, todavía los jefes etruscos no entendían porqué no se estaban ya matando ciudadanos romanos y un gran alboroto se mantenía en el inicio del puente Sublicio. Al llegar los primeros jefes vieron que una última defensa romana de 3 defendía la línea con uñas y dientes. En el lado romano, Cocles y el resto de oficiales motivaban a los romanos a derrumbar el puente como fuere y llegado un momento, el puente comenzó a ceder y destruirse. Es así como Horacio Cocles ordenó a los oficiales que le hacían compañía a que se retiraran y le dejaran a él sólo frenar al ejército mientras el puente estaba siendo derrumbado. Los líderes y soldados etruscos viendo solo a Cocles no hicieron más que sentirse incrédulos ante tal situación. Con su espada y su escudo retaba a duelo a todos los jefes presentes y les recriminaba que fueran esclavos de tiranos. Mientras los presentes y los jefes miraban a Cocles con vergüenza y se ordenó realizar la última carga antes de que el puente cediera. Mientras Cocles contenía por el pedazo de puente que quedaba en piea una docena de soldados, el estruendo del puente cayendo se oyó y en ese momento Cocles gritó:

“Padre Tíber, te ruego recibas en tu corriente propicia estas armas y este guerrero tuyo”

Así, completamente armado, se arrojó al Tíber y aunque muchos proyectiles cayeron sobre él, pudo cruzar nadando a la seguridad de los suyos: el acto de audacia más famoso que quedó grabado en la posteridad. El acto heroico de Horacio Cocles le valió un reconocimiento sin igual: el Estado le erigió una estatua donde se realizaban los Comicios y también se le otorgó tierra suficiente, tanta como pudiese arar sólo en un círculo durante un día. La peble, no habiendo olvidado tampoco este sacrificio y sabiendo que todo el mundo estaba en aprietos con la comida –pues Horacio Cocles regresó vivo según la mayoría de los autores– ofreció a Cocles la ración gratuita de grano del día como agradecimiento.Horacio en el puente - Severino Baraldi


Poema de Juan de Arguijo

Con prodigioso ejemplo de osadía
Un hombre miro en la romana puente
Resistir solo de la etrusca gente
El grueso campo que pasar porfia.

Ni la enemiga fuerza le desvia,
Ni de su vida el cierto fin presente;
Que su valor dejar no lo consiente
La difícil empresa en que insistía.

Oigo del roto puente el son fragoso
Cuando al Tibre el varon se precipita
Armado, y sale de él con nueva gloria;

Y al mismo punto escucho del gozoso
Pueblo las voces, que aclamando grita:
«¡Viva Horacio; de Horacio es la vitoria!»


Bibliografía

Enciclonet 

Historia National Geograpich

Biblioteca Osprey Grecia y Roma

http://www.poesiacastellana.es/

http://minid.net

 

 

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