Los tres gigantes vascos: Baxajaun, Tártalo y Jentil


Baxajaun

Es un genio que habita en lo más profundo de los bosques o en cuevas situadas en lugares prominentes. Tiene un cuerpo alto de forma humana y cubierto de pelo. Su larga cabellera le cae por delante hasta las rodillas cubriendo el rostro el pecho y el vientre. Es el genio protector de los rebaños. Da gritos en las montañas cuando se acerca alguna tempestad para que los pastores retiren el ganado.Hallándose en el aprisco o en su vecindad no hay peligro de que el lobo se acerque. Su presencia es anunciada por las ovejas, con un simultánea sacudida y sonido de los cencerros. Entonces los pastores pueden echarse a dormir tranquilos, pues saben que durante la noche o el día el lobo, gran enemigo de los rebaños, no va venir a molestarlos.basajaun1

El baxajaun es representado a veces como un ser terrorífico, de carácter maligno, dotado de fuerzas colosales y agilidad extraordinaria.Otras veces se describe como el primer agricultor de quien aprendieron los hombres el cultivo de los cereales y como el primer herrero y el primer molinero, a quien robó el hombre el secreto de, la fabricación de la sierra, del eje del molino y del modo de soldar los metales.

Cuentan en Oiartzun la leyenda sobre un hombre valiente llamado San Martinico que sonsacó al genio el secreto de la fabricación de la sierra. Basajaun fabricaba sierras en su taller, y San Martinico deseando conocer el secreto maquinó un plan: envió a su criado al pueblo anunciando que su señor había fabricado la sierra. Al oír esto Basajaun, le preguntó al criado: ¿Es que tu amo ha visto la hoja del castaño? El criado contestó: No la ha visto pero la verá. Se lo contó inmediatamente a su señor, y éste fabricó una lámina de hierro dentada al estilo de la hoja del castaño. Por la noche Basajaun fue al taller de San Martinico para comprobar si había fabricado alguna sierra, y al encontrar allí una, le torció alternativamente los dientes queriendo inutilizarla. Pero en vez de inutilizarla mejoró la sierra, y de este modo se propagó por el mundo la sierra de dientes triscados.

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Otra leyenda cuenta:

En otro tiempo había en Esterenzubi, en la frontera con España, cuatro vaqueros, uno de los cuales era un muchacho. Cuando dormían en su cabaña, solía venir a calentarse al fuego Antxo, el señor salvaje (Basajauna). Y tras calentarse, comía de la comida de los vaqueros. Estos recibirán diariamente un pan y otras viandas, y todas las noches dejaban un pedazo, la parte de Ancho.

Una noche, viendo que no habían guardado la parte, el muchacho preguntó: -» ¿Dónde está la parte de Antxo?». -«Déjale tú la tuya si quieres!»- le respondieron los otros. El muchacho dejó su parte sobre la repisa habitual. El señor salvaje llegó como de costumbre. Después de calentarse, comió la parte del muchacho. Calentado y alimentado, partió llevándose consigo las ropas de los vaqueros, salvo las del muchacho. Esa noche nevó copiosamente. A la mañana siguiente, los vaqueros, no pudiendo encontrar sus ropas, dijeron al muchacho: – «Ve a buscar nuestras ropas». -«Yo?, No!». – «Ve, por favor!» – «¿Qué recompensa me daréis?». Tenían una mala novilla, y se la prometieron.

El muchacho partió, y llegando a la cisterna donde se encontraba el señor salvaje le gritó: -«Antxo, dame las ropas de mis compañeros.» -«No te las daré» -«Dámelas, te lo ruego; me han enviado a buscarlas» -«¿Qué te dan por la molestia?» -«Una mala novilla» -«Tómalas pues, y toma también esta varita de avellano. Marca tu novilla y dale con ella ciento un golpes, el último más fuerte que los anteriores.»

El muchacho hizo lo que Antxo le había dicho. Dio a su novilla los ciento un golpes, y tras un corto lapso de tiempo, la novilla le proporcionó un rebaño de ciento un hermosos animales.

En aquellos días los señores salvajes conversaban con los cristianos.

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Tártalo

Tártalo es un cíclope, es decir, que tiene un solo ojo en medio de la frente. Es un gigante de fuerzas hercúleas que vive en una cueva en la que guarda sus hermosos rebaños para pasar la noche. Además es aficionado a comer cristianos en cuanto tiene ocasión. Estas son las características comunes a todas las versiones. Hay otros rasgos que varían según las distintas narraciones: a veces es un ser solitario, a veces tiene esposa, aunque no parece que vive en comunidad con otros cíclopes. Sin embargo también nos encontramos con alguna versión que cuenta la historia del cíclope atribuyéndosela a un gentil. Por otra parte Barandiarán nos dice que, según algunos, es considerado el primer pastor.220px-Tartaloren_irudikapena

También llamado Torto, Anxo o Alabari. De él se habla en los relatos más aterradores de los hogares de Goiherri sobre todo, si bien es conocido igualmente en otras varias comarcas del país. Secuestra a jóvenes que se ponen a su alcance y los devora. En la región de Cegama por ejemplo, Secuestra a algún joven o hace cautivo a quien, obligado por la tempestad, se refugia en su morada, para después descuartizarlo, asarlo y comérselo. Hay casos en los que el cautivo logra destruir el ojo del cíclope o se las apaña para engañar a este y huir de su dominio. Un leyenda de origen griego y cuyo variante proviene del mítico cíclope heleno Polifemo, hijo de Poseidón y la ninfa Toosa.tartalo

Además, el mito de Torto se halla localizado en varios lugares de Euskal Herria. En Ataun, por ejemplo, se señala la cueva de Muskia, como escenario de las crueldades del cíclope. Otro de los lugares que se citan como morada de Torto o Tártalo es Tartaloetxeeta planicie del alto de la montaña Saadar, donde se halla la supuesta casa del cíclope o Tartaloetxe, que es un dolmen. A él hace referencia una versión de Ursuaran. En algunos relatos aparece localizado en Tartaloetxeeta el tema popular de los tres trabajos exigidos al héroe como condición para el logro del éxito en su empresa. En Domaikia (Zuia) hablan de un genio, con un ojo en la frente, que habita en una cueva de la región. Habiendo secuestrado a un muchacho, lo metió entre cadáveres. La puerta de la cueva se abría cuando el genio le decía: «ábrete, Charranca», fórmula que en Cuartango es «ábrete, Checla».

Un día un muchacho se internó en el bosque y se encontró con un Tártaro, que lo llevó a su casa. El Tártaro solía comer alguna persona cada día y la hora del muchacho se acercaba. Una noche, el Tártaro, cansado, se recostó junto al fuego. Entonces, qué hizo el muchacho?. Coge un asador y se lo clava en el único ojo de su frente. Luego se esconde entre los carneros del Tártaro. No podía abrir la puerta y no sabía qué hacer para escapar. Coge el mayor de los carneros y lo degüella. Luego se cubre con su piel y se ata el cencerro al cuello.

Al día siguiente el Tártaro se dispone a enviar a pastar a sus carneros y se coloca en el costado de la puerta para que no escape el muchacho. Éste permanece entre los últimos del rebaño silenciosamente. Pero el Tártaro palpaba cada animal al salir. Al tocar al muchacho en seguida reconoce el engaño y agarra la lana, pero aquél huye dejando al Tártaro con la piel en la mano. El Tártaro sale corriendo tras él pero no podía guiarse. Le lanza un hermoso anillo para que lo recoja. El muchacho lo hace y se lo pone en el meñique. Pero el anillo gritaba: «Aquí estoy, aquí estoy!» y entonces el Tártaro comenzó a acercarse cada vez más al muchacho y estaba a punto de darle alcance. Este quería abrir el anillo pero no podía. Qué hace entonces? Se corta el dedo y lo arroja con su anillo a un agua profunda que había allí. El anillo seguía gritando «Aquí estoy, aquí estoy!» . El Tártaro se abalanzó y allí mismo se ahogó.

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Jentil

Gigantes que habitaron la Tierra antes que la Humanidad. Poseedores de fuerza inmensa, realizaban sin esfuerzo trabajos enormes, y se divertían lanzándose piedras gigantescas de un monte a otro. Se dice que eran mejores cristianos que los cristianos, dado su carácter solidario y caritativo. En un momento determinado, murieron todos súbitamente debido a la aparición de una nubecilla y quedaron sepultados en los dólmenes.

…el que colaboró eficazmente gracias a sus grandes fuerzas, en la construcción de las primitivas iglesias cristianas (Muxica, Ondarroa, Marquina, Elgueta, Antigua de Zumarraga, Oñate, Opacua, Zurbano, Urdiain, Ataun, Oyarzun,…); el constructor de «cromlechs» llamados por esto «jentilbaratz» en Arano; el constructor de dólmenes, como los llamados Jentiletxe «casa de gentiles» de la montaña de Ataun-Burunda y los Jentilarri «sepultura de gentiles» de Aralar; el constructor de ciertas casas como las de Ojarbi, Animasagasti, y Maubi de Idiazabal, etc.

Muchas más iglesias que las citadas son consideradas obra de los gentiles. De hecho lo son casi todas las iglesias del País Vasco, ya que toda construcción que a los ojos del narrador se halle más allá de las capacidades de la gente de su entorno se considera obra de gentiles. Cualquier construcción de tamaño considerable se supone obra de gentiles, sea ésta una iglesia, un dolmen o una calzada de grandes losas de piedra.jentil

Los gentiles, gracias a su inmensa fuerza, no sólo realizan trabajos colosales, sino que además los culminan sin gran esfuerzo. Ni siquiera necesitan descansar:

Cuentan que el gentil de Arrola, de Zeráin, se fue a Alava a buscar trigo. Volvía cargado de un pellejo de buey, lleno de trigo, cuando tropezó con su hija, en Bostaitzeta, en los confines de Zerain y Zegama.

-«Descansa hasta beber agua», le dijo la hija.» -«Si hubiese sabido lo que era descansar, hubiera traído otro tanto de trigo.»

Ofrecióle la hija el agua de la herrada que llevaba sobre su cabeza, y el padre tragó, juntamente con el agua, la tapa de la herrada.

-«Dónde está la tapa?», preguntó la hija. -«Me ha parecido que he tragado una mota.

Gracias a esta inmensa facilidad para realizar sus trabajos, tampoco les falta tiempo para divertirse:

Ciertos pelotaris jugaban a la pelota en Murumendi. Y se les acercó un gentil y les preguntó:

-¿Qué hacéis aquí?. -Jugar a la pelota-, le contestaron. -¿Para qué tenéis esa piedra? -Para piedra de saque. -Tampoco ella es mala para lanzarla como la pelota.

Y cogió con sus manos la piedra de saque y la lanzó hacia Aralar con extraordinaria energía. Y según corre esa piedra con tal velocidad en el aire, se hace dos pedazos y cayeron, uno al pie de la peña de Gaztelu y el otro a Alotza. La piedra de Alotza está allá, atravesada en una senda (y) no es una piedra de bromas (es grande). Los pastores la llaman Saltarri.

Lo mismo que esta peña de Saltarri, los juegos de los gentiles, al igual que sus construcciones, dejan huellas bien visibles en el paisaje:

En el barranco de Urdiola (Arrankudiaga), situado entre el monte de ese nombre y el del Castillo de Arakaldo(donde se ven ruinas de un antiguo castillo que el vulgo dice que perteneció a los moros), existen dos o tres piedras redondas, a modo de bolas muy grandes. Cuentan los habitantes de Arrankudiaga que antiguamente jugaban a bolos los gentiles de uno a otro monte; pero habiendo chocado las bolas, cayeron al barranco, donde se han conservado hasta ahora.

Cuentan en Orozko que los gentiles jugaban a la pelota con piedras redondas de cuatro o cinco arrobas, colocándose unos en el monte Untzeta y otros en el de Santa Marina.(…).

Amil es el nombre de otro término de Motriko, situado a la orilla del mar. En él se ve un peñasco al cual rodea el agua en mareas altas. Dícese que los gentiles, que se divertían jugando con él a la pelota, lo lanzaron desde el monte Arno.

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Además de trabajadores infatigables y aficionados a los juegos, los gentiles son unos seres éticamente notables. Los primeros a la hora de demostrar las costumbres de buena vecindad. Por ejemplo cuando algún vecino yace en su lecho próximo a morir, acuden a visitarlo y no van con las manos vacías. Una pena que algunos cristianos sean tan indignos y desagradecidos:

Dicen que antiguamente solían vivir los gentiles en Jentilbaratza. Que muchas veces acostumbraban bajar de noche a Agerre, y que allí se dedicaban al juego hasta que cantase el gallo en la madrugada.

Que una vez enfermó el señor de Agerre y que iba a recibir el Viático. Al saber esto, los gentiles, aunque no eran cristianos, bajaron a Agerre una sobrecama de oro, y con ella cubrieron la cama del enfermo, antes que llegara el Viático.

Que sin duda codiciaban los de Agerre la sobrecama de los gentiles, y que así, la clavaron a la cama, y poco después hicieron cantar al gallo. Que al oír los gentiles el canto del gallo, agarraron su sobrecama y echaron a correr precipitadamente; mas una parte de la sobrecama quedó clavada a la esquina de la cama. Que entonces los gentiles gritaron que mientras Agerre fuera Agerre, no faltaría en aquella casa algún manco o paralítico. Y dicen que desde entonces ha habido siempre en Agerre algún manco o paralítico.

Cuando son ellos quienes reciben la asistencia de algún vecino, muestran una conducta bien diferente, y no dejan marchar con las manos vacías a quien ha venido a ayudarles:

Antiguamente vivían los gentiles en la cueva de Santimamiñe y una mujer (de los gentiles) se hallaba encinta, y llamaron a la señora de Lezika para auxiliarle en el parto. Y cuando se libró la mujer dieron de comer a ella (a la señora de Lezika), y al ver pan blanco, guardó un trozo a fin de mostrarlo en (su) casa, y cuando empezó a levantarse para volver a su casa, no pudo levantarse y los gentiles le dijeron: «señora, Ud. tiene alguna cosa de aquí». Y la señora (decía) que no, y los otros (decían) que sí. Y después la señora les dijo que sí, que había tomado un trozo de pan con el fin de mostrarlo en casa. Y entonces los gentiles le dijeron que dejara allí mismo el trozo de pan que allí había tomado, y le dieron un pan entero para (su) casa.

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De este modo vivieron los gentiles durante muchos años, repartiendo su tiempo entre la realización de grandes trabajos que culminaban sin apenas esfuerzo, y sus juegos y diversiones, y mostrándose siempre ejemplares en sus relaciones de buena vecindad. Sin embargo, un buen día sucedió algo inesperado, un suceso que vamos a escuchar de labios del propio Barandiaran, que se lo oyó referir numerosas veces a su propia madre:

Según una de sus versiones procedentes de Ataun, donde la oí muchas veces durante mi infancia, los gentiles se divertían un día en el collado de Argaintxabaleta, en la sierra de Aralar, cuando vieron que del lado de Oriente avanzaba hacia ellos una nube luminosa. Asustados por el fenómeno, llamaron a un sabio anciano y le condujeron a aquel lugar para que contemplase la misteriosa nube y les declarara lo que ésta significaba. El anciano les dijo: «ha nacido Kixmi y ha llegado el fin de nuestra raza; echadme por el vecino precipicio». Y los suyos le echaron peñas abajo y, seguidos de la nube luminosa -huyendo de la misma-, corrieron hacia Occidente, y al llegar al vallecito de Arraztaran, se metieron precipitadamente debajo de una gran losa que desde entonces se llama Jentillarri «sepultura de los gentiles» o «piedra de los gentiles»: es el dolmen de este nombre, tumba de doble cámara que años más tarde exploré en compañía de los Dres. Aranzadi y Eguren. Así tuvo fin la gentilidad, según la leyenda.


Bibliografía

Enciclopedia Auñamendi

Mitología Vasca. José Miguel de Barandiarán.

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