Los cántabros veneraban las fuerzas de la naturaleza (ríos, fuentes y lagos, montañas y bosques…). Otros objetos de veneración, y que tuvieron un papel central en los cultos cántabros son los cuerpos astrales: las estrellas, la Luna o el Sol, apareciendo el astro rey en la totalidad de las estelas discoideas. Los lugares de culto se situaban al aire libre, en enclaves con especial significación porque se creía que facilitaban la comunión entre los poderes celestiales y los hombres, aunque no se ha podido probar una clase sacerdotal.
Dioses
Candamo «El muy brillante»
Era el dios del trueno y la tempestad y que en el mundo romano se asimilaba a Jupiter, dios del cielo y de los fenómenos atmosféricos. Algunos señalan que pudo ser el dios padre del partenón cántabro, al que se pudieron realizar sacrificios humanos.
Cantabria
Divinidad citada en una inscripción hallada en el Danubio, y cuyo texto reza:
«Monumento sagrado a Cantabria. Los guardianes de la misma lo pusieron».
Personificaba a la tierra y puede hacer alusión a la diosa Madre presente en multitud de sociedades primitivas, y quizás estén asociados a esta diosa unos secretos cultos a la Luna extendidos por toda la mitad norte peninsular, plasmados en los crecientes lunares de las estelas, descritos por Estrabon y que se realizaban las noches de plenilunio:
«…tienen cierta deidad innominada, a la que, en las noches de luna llena, las familias rinden culto danzando hasta el amanecer ante las puertas de sus casas».
Epona o Epana
Con origen en las lenguas celtas de origen británico y vinculado de manera especial con los equinos.
Lug
Dios supremos del panteón celta, que se identifica con el mercurio romano. Pudo formar parte del panteón cántabro ya que apareció en una inscripción de Peña Amaya.
Nabia Orebia
Dios de la guerra. Asociadas a ella están las aves que llevan el alma de los muertos en combate al más allá.
Erudino
No se conocen sus atributos y cuyo nombre apareció en un ara hallada en el Monte Dobra. Si fuera este el dios de la guerra, a él se dedicarían los sacrificios humanos, de machos cabríos y caballos de los que nos habla Estrabón:
«A Ares sacrifican cabrones, y también cautivos y caballos; suelen hacer hecatombes de cada especie de víctima, al uso griego, y por decirloa modo de Píndano: «inmolan todo un centenar»».
Cabuniaegino o Cabuniegino
Se desconocen sus atributos y del que se sabe su existencia gracias a una inscripción del Monte Cildá. Puede que tuviera carácter benefactor, con propiedades curativas, y algunos autores apuntan a su relación con las aguas y la salud.
Bibliografía
Los cántabros: Desde los orígenes a las Guerras Cántabras. Rafael Palacio Ramos. Narciso Herreros Cleret de Langavant y Rafael Guerrero Elecalde.