El Asedio


Una vez que había comenzado el asedio, el ejército atacante tomaba posiciones alrededor de la ciudad para evitar fugas. Entonces había dos opciones: se intentaba que el hambre les obligara a capitular o bien se atacaban los muros. En este último caso se podía:

  • Socavar una parte del muro por medio del minado.
  • Atacar una parte de la muralla por medio del lanzamiento de piedras o flechas.
  • Construir torres de asedio y escaleras para superar las murallas por altura.
  • Atacar una puerta o lienzo de muralla con un ariete para abrir una brecha.

La velocidad del trabajo de asedio era proporcional a la necesidad de tomar la ciudad. Era en este momento cuando entraban en juego otros muchos factores, como era la disponibilidad de víveres de los dos ejércitos y la posibilidad de llegada de tropas de auxilio en ayuda de los sitiados.

armas de asedio

Cuando la toma de una ciudad resultaba extremadamente difícil, se rodeaba en todo su perímetro con un muro de circunvalación, impidiendo que les quedara alguna posibilidad a los sitiados. El equipo de las máquinas de asedio se empleaba para equilibrar la superioridad que las murallas otorgaban a los defensores. Salvo los ingenios que servían para la protección de los soldados en su aproximación a los muros, el resto estaba diseñado para inutilizar las murallas, abriendo brechas en ellas a través de las que pudieran penetrar las tropas de tierra en el interior de la ciudad o tendiendo puentes por los que sobrepasarlas. El contingente de tropas del que dependían las máquinas en las labores de asedio siempre era el que más bajas recibía en el combate, pero también el que conseguía las mayores recompensas.

La importancia de estas máquinas radica en que, con su puesta en funcionamiento, pudieron superar ampliamente, tanto en distancia como en el tamaño de sus proyectiles, a otros ingenios más simples como eran la honda o el arco. Aunque este último disponía de un elevado alcance, los proyectiles arrojados por él, sólo podían funcionar como arma antipersonal, pero nunca ayudar a tomar fortificaciones.

Alcance Proyectiles

En la antigüedad había dos tipos de maquinas de asedio, las de tensión, que básicamente se basaban en la tecnología del arco, pero de mayores dimensiones, y las de torsión, que obtenían su energía al torcer un mecanismo de resorte, construido normalmente, con cuerda hecha de tendones de animales.

Para conseguir extraer todo su potencial era necesario retorcer al máximo todo ese haz de cuerdas. El material para la construcción de los resortes también podía variar en función de la disponibilidad de materiales. Incluso en algunas ocasiones se utilizó el esparto y el pelo de caballo como tensor de los resortes de las piezas de artillería, llegando a emplearse en situaciones críticas incluso cabellos humanos.

Las dos tecnologías convivieron en el tiempo durante varios siglos hasta la imposición de la tecnología de torsión. Sin ir más lejos, Alejandro Magno, durante sus operaciones contra las ciudades fenicias, dispuso sus máquinas de torsión contra las de “no torsión” empleadas por los sitiados.

A lo largo del siglo III a.C., las máquinas de “no torsión” perdieron importancia progresivamente y fueron sustituidas, prácticamente en todos los arsenales, por las nuevas de torsión. Sin embargo, lo más probable es que las piezas de artillería de “no torsión” se siguieran utilizando como artillería de campaña, ya que resultaban más fiables en condiciones adversas.

Artilleria_romana_[Carthago_Nova]

La artillería clásica en cualquiera de las dos modalidades, tanto “no torsión” como torsión, podía servir para arrojar grandes flechas o proyectiles de piedra indistintamente. Por medio de variaciones en las dimensiones de los bastidores y en la disposición de los brazos, se podía transformar una catapulta para lanzar flechas en una para lanzar piedras. El resto de elementos no necesitaban ningún tipo de transformación.

Pata terminar, hay que decir que todos los componentes de las piezas de artillería se hacían en función de un determinado módulo o calibre. Éste dependía del diámetro del muelle y mantenía una serie de relaciones con el tamaño del dardo o el peso de la piedra que debía ser lanzada.

Alcance Armas de Asedio

Partiendo de las dimensiones de la flecha a lanzar o del peso de la piedra a arrojar, se podía determinar el tamaño de cada uno de los componentes de la máquina. Así, resultaba muy fácil construirla, manteniendo las relaciones entre el diámetro del muelle y la altura. Sin embargo, conseguir estas tablas de medidas precisas para el correcto funcionamiento de cada una de las máquinas supuso más de dos siglos de investigación para los ingenieros griegos. A pesar de conocer esta información, a menudo, para conseguir un mayor alcance, las máquinas disparaban proyectiles más pequeños de los que les correspondería en función de su calibre.


BIBLIOGRAFÍA

Artillería y Poliorcética en el Mundo Grecorromano. Rubén Sáez de Abad. Ediciones Polifemo.

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