Las Lamias


Monstruo fabuloso de la mitología greco-latina, con cuerpo de dragón y cabeza de mujer. En la mitología griega y latina, personaje imaginario caracterizado como una mujer horrible, peligrosa, sexualmente agresiva y caníbal. Este personaje ha poblado innumerables leyendas y tradiciones de diversos países desde la antigüedad hasta la época contemporánea.220px-lamia_garagartzan_arrasate_2007-01-01


Características comunes en las historias de las Lamias en las diferentes culturas
  1. El personaje es una mujer horrible/atrayente, sucia y malvada, a la que le gusta devorar a los niños. Es ácrona y a menudo ubicua, o bien se aparece en un cierto lugar y tiempo característicos, que la comunidad conoce y teme.
  2. Las madres protegen a los niños buenos de este ser, pero cuando los niños no se duermen, o se aventuran más allá del espacio permitido (físico o moral), la Lamia aprovecha para caer sobre ellos y raptarlos. El rapto puede tener rasgos seductores (la Lamia tiene una canción mágica, o muestra su lado hermoso).
  3. Una vez llevado el niño a su cubil, la Lamia procede a devorarlo (fin drástico). A no ser que, haciendo uso de su ingenio, consiga huir (robe los ojos postizos de Lamia, que ésta se quita para dormir), o bien reciba la ayuda de un héroe, que los saque in extremis de la tripa de Lamia.
  4. La Lamia es una mujer horrible/atrayente, bestial, que vive aislada de los hombres y siente un vivo deseo sexual por ellos.
  5. La Lamia atrae a sus víctimas (jóvenes ingenuos) con un cebo erótico: pero a la hora de la verdad, lo que desea es devorarlos. De ahí que su cortejo sea similar al de la mantisreligiosa, o que directamente sea incapaz del acto amoroso.
  6. Opcionalmente, un héroe puede salvar a la víctima, sea por la simple fuerza bruta (Euríbato, Heracles) o por la magia (Apolonio de Tiana). Suele darse una tensión erótica, homosexual, entre la víctima y su salvador, lo que implica una rivalidad entre el amor heterosexual (bestial, devorador) y el amor dorio (espiritual, introductor).220px-lamia_and_the_soldier

En la Antigua Grecia

Según parece, las creencias en Lamia o en lamias, igual que otras referidas a mujeres terribles como la Moira y Geló, estaban especialmente arraigadas en el antiguo folclore infantil griego, ya que la oscura amenaza de estas fabulosas mujeres era utilizada por muchos padres para dar miedo a sus hijos, igual que sucede en la tradición hispánica actual con «el coco», «el hombre del saco», etc.

El nombre griego de lámia tuvo diversas connotaciones y se asoció antiguamente a sentidos muy diferentes, como los de ‘abismo’, ‘voracidad’ y ‘lujuria’. Algunos autores griegos y latinos señalaron también que este nombre estaba relacionado con el de laimós(‘garganta’), con lélammai (‘ansia’), y con el latín laniare (‘despedazar’). Según otras tradiciones, el nombre de la mujer terrible por excelencia estaría también conectado con el de Lamós, terrorífico rey de los caníbales lestrigones, y con el de Lamó, personificación de la gula desenfrenada.

Además de a un ser femenino que asustaba a los niños, el nombre de Lamia se aplicaba también, en la antigua Grecia, a una especie de voraz tiburón, y también a un remolino que devoraba los barcos. Durante siglos, y hasta la Edad Moderna, era común bromear en Grecia con las «lamias» que supuestamente se alojaban en el estómago y en el vientre de las personas muy glotonas y que se identificaban, en consecuencia, con las tenias parásitas. Por otro lado, y aunque en la mayoría de las fuentes literarias su dimensión principal era la de la mujer monstruosa que asustaba a los niños para que fueran obedientes o se durmiesen, en algunos textos se identificaba a la Lamia con una divinidad marina (según Estesícoro, se trataba de la madre de la monstruosa Escila), o bien con una de tres hermanas divinas, con un demonio, una aparición, una vieja, un animal extraño, un pez o mamífero caníbal, o un ser híbrido mitad mujer y mitad pez, asno o serpiente. La antigua identificación de la lamia con una mujer-pez fue objeto de estudio por parte del psicoanalista Carl Jung, que la puso en relación con la leyenda de los dragones-ballenas estudiadas por Leo Frobenius. Según otro autor clásico, Lamia fue hermosísima princesa libia seducida por Zeus y castigada por la celosa Hera, que la habría convertido en un terrible monstruo.annunaki_lamia_by_artgutierrez_by_ravenwood0713-d389hpi

La acepción principal de la voz «lamia», y el personaje con el que se identifican la mayoría de sus leyendas, debió de ser, en cualquier caso, la de una especie de mujer «devoradora», que tendría también connotaciones infernales y sexuales: un personaje, en definitiva, caracterizado por su canibalismo y por vivir en un abismo al que conducía a sus víctimas masculinas para agredirlas sexualmente antes de devorarlas.

Su instinto asesino y caníbal no estaba reñido con una apariencia física eventualmente atractiva. En efecto, aunque algunas tradiciones pintaban a la lamia como una mujer horrible, monstruosa o híbrida, otras la atribuían una gran belleza física y una irresistible iniciativa y encanto sexual. De hecho, diversas prostitutas célebres de la antigüedad adoptaron el nombre de Lamia como sobrenombre. Puede decirse que, en su perfil, se suelen encontrar los polos opuestos de lo hermoso y de lo feo, de lo atractivo y lo repulsivo, de lo encantador y lo asesino.sirenas-15


En la cultura vasca

Es un tipo de genios femeninos que tienen parecidos estrechos con los griegos sigue recibiendo hasta hoy el nombre de «lamiñ», «lami», «lamiñaku» o «lamia». Según el gran antropólogo vasco José Miguel de Barandiarán, la lamia «es generalmente un genio de mujer, salvo las piernas que son como patas de gallina. En Zeanuri, Orozco y Elantxobe créese que es como una mujer de pequeña estatura que tiene un solo ojo en medio de la frente. El nombre de lamiñ rara vez es empleado como propio de un genio determinado: en la mayoría de los casos es nombre común que se aplica a todos los genios de cierto tipo cuyos caracteres son los ya citados, así como el vivir en cuevas, en pozos y en antiguos castillos hoy abandonados. Se ocupan frecuentemente en hacer la colada y en peinarse. Son conocidos los relatos en los que una lamiña reclama con amenazas el peine que le han robado. Una lamiña y dos mozos que la pretendían aparecen en una lápida de Ibernalo… Requieren ofrendas. Si un labrador les deja algún comestible en la orilla de una heredad, las lamiñas lo consumen de noche y, en recompensa, labran la tierra o terminan la faena que hubiese quedado incompleta en la heredad. Es célebre la leyenda de la lamiña de Kobaundi (Mondragón) que se enamora de un joven campesino; de las artes de éste para averiguar la edad del enamorado numen; de la pena, enfermedad y muerte del joven al enterarse de que su novia no es persona humana; del duelo de la lamiña, etc. El arado, tirado por bueyes, hizo desaparecer las lamiñas. Según otros, la construcción de las ermitas rurales fue la causa de su desaparición».

Para el propio Barandiarán, «el recuerdo de las lamias ha dejado numerosos vestigios en la toponimia: Lamindania (molino de Lacarry), Laminenziluak (cavernas de Camou-Cighi), Laminosin (pozo en Juxu), Lamuxain o Lamusin (arroyo en Sara), Lamien-leze (caverna de Zugarramurdi), Lamiarri (peña de Arizcun), Lamirain (arroyo de Arano), Lamiarriaga (lugar de las piedras de lamias en Endarlaza), Lamitegi (casa y lugar de Bedayo), Lamiategui (molino de Oñate), Lamiñosín (pozo de Ataún), Lamiñen-eskatza (gruta en Mondragón), Lamiñategi (arroyo de Motrico), Lamikiz (caserío de Marquina), Lamindano (barrio de Dima), Lamiñerreka (río de Ceberio), Lamiñapotsu (pozo en Ceánuri), Laminazulo (caverna de Amboto), Lamiaran (lugar de Usánsolo), Lamiako (barrio cerca de Algorta), etc.».images-3

Una leyenda vasca cuenta que las lamias, en una ocasión, llamaron a la comadrona de un pueblo para que asistiera en el parto de una de las lamias. La comadrona llegó hasta la orilla del río y ayudó en el parto de la lamia, que, en agradecimiento, ofreció a la mujer un tarro de manteca y otro de miel. Le pidieron que escogiera el tarro que más deseara. Aunque le recomendaron aceptar el tarro de miel, la comadrona pensó que la manteca le sería más útil en su casa. Cuando llegó a casa, guardó el tarro de manteca, que, a la mañana siguiente, se había llenado de monedas de plata. Entonces comprendió que, si hubiera elegido el tarro de miel que le recomendaron las lamias, el tarro se hubiera llenado de monedas de oro. Las lamias ayudan en sus trabajos a los humanos que les dejan ofrendas por las noches. Se dice que algunos puentes fueron construidos por las lamias. Según las diferentes versiones de la leyenda, en pueblos de montaña, con accesos difíciles, los aldeanos planeaban construir puentes para mejorar las comunicaciones entre los pueblos, pero eran trabajos complicados, por la situación geográfica de dichos lugares, por lo que pedían ayuda a las lamias, dejándoles comida. Por la noche, cuando todos se habían acostado, las lamias levantaban el puente desde un extremo del río al otro.

Se dice que un día, un panadero que tenía el horno cerca del puente, encendió el horno a medianoche, de forma que el gallo del panadero, pensando que ya estaba amaneciendo, comenzó a cantar, asustando a las lamias, que, cuando iban a colocar la última piedra sobre el puente, se asustaron por el canto del gallo, cayendo la piedra al fondo del río. De esta forma se dice que, si te fijas bien, encontrarás algunos puentes con un agujero en el estribo, identificándose así los puentes construidos por las lamias.172067154_e078af451c_z

Habitualmente se dice que las lamias son esquivas con los humanos, pero nos encontramos en el folklore vasco numerosas historias de amor entre lamias y humanos. La versión más extendida es la que cuenta cómo un joven pastor que volvía a casa con el rebaño a última hora de la tarde, se encontró con una bella lamia en la orilla del río. La pareja se encontraba todos los días, hasta que surgió el amor entre ellos, y decidieron casarse. Al llegar a su casa, el pastor contó a sus padres lo ocurrido, y cómo había decidido casarse con esa bella mujer que estaba en la orilla del río. Su madre estaba extrañada de que hubiera una mujer sola en la orilla del río a esas horas tan avanzadas, por lo que le recomendó a su hijo que, antes de casarse con esa joven, le mirase los pies, ya que podía ser una lamia. El pastor hizo lo que le pidió su madre, y, cuando se encontró de nuevo con su amada, le miró los pies, comprobando con terror que eran pies de pato. A pesar de seguir enamorado de la bella lamia, el joven anuló el compromiso de matrimonio y acabó enfermo de tristeza, muriendo poco tiempo después. Dice la leyenda que la lamia, enamorada del pastor, acudió a su funeral, pero no pasó de la puerta de la iglesia.


Las Lamias en los Mundos de Fantasía

Las Lamias suelen ser muy hermosas, pero al no poder manifestarse en toda su belleza, suelen presentar alguna característica anormal, como patas de oca, gallina o cabra. Su pelo, largo, sedoso y brillante es normalmente rubio, pero al llegar la noche sufren una transformación y se vuelve blanco, sus ojos rojos y su piel se arruga como las viejas. De todas formas, gozan de una gran versatilidad, son de índole afable, caritativas, inofensivas y poseedoras de grandes secretos.

Seduce a los hombres y aprovecha el momento especial de aproximamiento del baile con ellos para chuparles la sangre cual vampira transilvánica. Por otro lado, paradójicamente, se muestra benigna con los niños y con los ancianos. Las lamias son esencialmente subterráneas. Construyen sus hogares bajo el suelo, en cuevas o cavernas, aunque pasan la mayor parte del tiempo cerca de los arroyos o de las fuentes que en general, se encuentran cerca de menhires o dólmenes, tratando por todos los medios absorver toda la energía que de ellos emana. Decoran con brillantez todas sus moradas y no aparecen en la superficie hasta que amanece.2f24922ed66a652dfecb85b6f6370f52


Bibliografía

http://www.enciclonet.com

ROLEMASTER

BARANDIARÁN, José Miguel, Mitología vasca (San Sebastián, 1960).

http://seres-fantasticos.blogspot.com.es/2009/03/lamias.html

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