Los Iroqueses


Llamados así mismos como Haudenosaunee («pueblo de la casa grande»), cinco naciones la componían; los franceses los llamaron Iroqueses, mientras los ingleses los referían como «Cinco Naciones», ellas eran de oeste a este:

Seneca: Se llamaban a sí mismos «Onondowahgah«, que significa «Gente de la gran colina«. El nombre se refiere a la creencia que su etnia había surgido desde el inframundo en la «Colina Sur«, cerca del lago Canandaigua.

Cayuga: Se llamaban a si mismos «Gayogoho:no«, que significa «Pueblo de los grandes pantanos«, que refiere a las características de su territorio. También son conocidos como «Pueblo de la pipa«.

Onondaga: Se llamaban a si mismos Onoda’gega, «Pueblo de las montañas«.

Oneida: Se llamaban a sí mismos Onyota’a:ka, que signigica «Pueblo de la piedra erguida«, haciendo referencia a la gran roca que cada aldea tenía para realizar actividades ceremoniales.

Mohawk: Se llamaban a si mismos «Kahniakehake» ( «La Gente de Piedra«).Iroqueses 5


Habitat

Al norte del actual estado de Nueva York, llegaron a extenderse a los territorios del sur de Canadá (Québec y Ontario), y el norte de Ohio y Pennsylvania. Su centro de operaciones era Syracuse, al sur del lago Oneida (en territorio Onondaga).

Iroqueses


¿Quiénes eran?

Fueron una única tribu que habitaba el valle del río San Lorenzo y emigró hacia Nueva York -lugar donde se encontraban al momento del contacto con los europeos- dividiéndose en varios grupos para escapar al asedio de las tribus algonquinas.

Deganawida «El gran pacificador», llegó a las Cinco Naciones que se mantenían en constante beligerancia, con un mensaje que había recibido de El Creador que contenía los principios de paz, igualdad, respeto, amor y justicia.

Unificó las naciones como en una «Casa Comunal» donde cada una tenía su propio fuego. En el centro -territorio Onondaga- se plantó El Gran Árbol de la Paz, sus ramas representaban las viviendas en las naciones confederadas y sus raíces extendidas a los cuatro puntos cardinales, invitaban a otros pueblos a refugiarse en él.Iroqueses 8

Las naciones conservaban su soberanía y participaban en las decisiones de la Confederación y la responsabilidad de proteger la paz, el mundo natural y las futuras generaciones.

La Gran Ley de los iroqueses es una mezcla de derechos electivos y hereditarios. Había un Consejo de la Confederación de 50 royaneh (“hombres buenos”: 9 oneida, 10 cayuga, 14 onondaga, 8 seneca y 9 mohawk), escogidos de una lista de candidatos entre los miembros de los clanes correspondientes, cuyos nombres eran propuestos por las mujeres, y todos sus sucesores tenían que adoptar los nombres de los antiguos fundadores. Cuando uno moría, se celebraban complejos ritos de duelo para luego nombrar al sucesor. Tomaban las decisiones en una serie de reuniones, caucus (pequeñas juntas) hasta lograr el consenso. Las crónicas se transmitían oralmente o por los wampums (cinturones sagrados).

En conjunto estos pueblos constituyen la más antigua democracia participativa de América, y tuvo una influencia directa tanto en la democracia y el constitucionalismo, como en la idea de la igualdad de mujeres y hombres en la sociedad moderna. En especial Benjamín Franklin, quien tuvo trato directo con ellos en 1753, destacó en sus obras que el grado de autonomía individual que gozaban los habitantes de la confederación era desconocido en Europa y publicó los tratados indios, considerada como una de sus obras más importantes.Iroqueses 7

Todas las tribus se organizaban en un sistema de clanes con diferentes denominaciones. Se dividían en ohwachira (gran familia), cada una de las cuales tenía un oyaron (espíritu protector propio) y eran de tipo matriarcal, hecho que se reflejaba en la costumbre de que el niño recibía un nombre del clan de la madre. Ningún hombre podía presidir un clan y ninguna mujer ser jefe militar o sachem. A las jefas de los clanes correspondía elegir a los jefes militares.

Las primeras crónicas europeas los describen como individuos de gran belleza, bastante aficionados a las risas y las bromas, aplicaban el buen humor y la justicia a todas sus acciones, mostraban siempre su hospitalidad, y a veces, una enorme amabilidad. Eran perspicaces, valientes, resistentes y estoicos ante el dolor.Iroqueses 3

Vivían de la agricultura. Cultivaban maíz, alubias y calabazas, consideradas las tres hermanas del Creador; además varias clases de frutos secos, girasol, y tabaco.

Eran considerados guerreros feroces y tenían la costumbre de torturar a los prisioneros hasta la muerte. Consideraban la frontera como lugar de contacto y relación, denominada Teitonateiken “allí donde dos entran en contacto”, y planteaban a los forasteros el tekeniteyohe:te “de los dos senderos”, aceptar la diferencia y respetarla.


Los Poblados

Los poblados de los iroqueses estaban formados por tiendas cubiertas de corteza con una base de 20 x 6m. y una altura de 6 m. Las llamaban ganonh’sees, o ”casa comunal», en ellas se alojaban varias familias. La casa comunal estaba dividida en compartimentos familiares de unos tres metros a cada lado del corredor; para cada dos familias se utilizaba un fuego que se encendía dentro de la casa. En el techo había chimeneas para que se escapara el humo y para dar luz al interior; los orificios se podían cerrar con tejas de corteza.Iroqueses 6

Estaban construidas sobre una estructura de mástiles verticales clavados en la tierra en una superficie rectangular. Sobre la parte superior de los mástiles se colocaban palos flexibles que se doblaban para producir el efecto de tejado. Los hombres eran los encargados de construir las casas comunales, aunque eran propiedad de las mujeres.

La casa comunal era un rasgo característico de los pueblos iroqueses. Cada una de ellas constituía un microcosmos de la comunidad entera y se convertía en un símbolo de su identidad. Así, normalmente hablaban de ellos mismos como «El pueblo de las casas comunales». A finales del siglo XVII hubo un abandono gradual de la casa comunal en favor de las viviendas unifamiliares.


Historia

Un nuevo cambio para la sociedad iroquesa se produjo en el siglo XVI, con la llegada de los colonos blancos. En un principio, los franceses se toparon con una tenaz resistencia en sus incursiones, por lo que intentaron vías más pacíficas de relación con los nativos como, por ejemplo, el comercio con ellos. Entonces se inició un periodo de relativa armonía entre ambos pueblos, durante el cual los franceses se dedicaron a la compra de pieles y establecieron una cadena de puestos comerciales para este fin. Sin embargo, a comienzos del siglo XVII Francia volvió a reavivar sus proyectos imperiales y se reanudaron las luchas entre indios y blancos. La Alianza Iroquesa sufrió una grave derrota en 1665, cuando las tropas francesas atacaron el valle del Mohawk en tiempo de recolección e incendiaron los campos, las aldeas y los almacenes de grano. No obstante, los iroqueses consiguieron controlar las principales rutas fluviales de su territorio durante todo el siglo y su poder creció todavía más a principios del siglo XVIII, cuando los tuscaroras ingresaron en la Liga al ser desplazados de sus territorios en Carolina del Norte por los colonos blancos.Iroqueses 4

A mediados del siglo XVIII, la Liga de las que entonces ya eran Seis Naciones fue testigo de las luchas entre franceses y británicos por ampliar sus posesiones en Norteamérica; en principio, los iroqueses se mantuvieron neutrales, aunque finalmente beneficiaron a los ingleses. Éstos, que resultaron vencedores del enfrentamiento, prometieron a los iroqueses un trato de favor, pero enseguida estalló la guerra de la Independencia norteamericana y la Liga dividió sus intereses: oneidas y tuscaroras se pusieron de parte de los americanos, mientras que el resto, con los mohawks a la cabeza, apoyaron a los británicos. Con el triunfo de los independentistas y la disgregación interna de la Liga, los iroqueses tuvieron que rendirse en 1784, lo que acabó con el poder de la Liga como fuerza política y con el progresivo confinamiento de los iroqueses en reservas. En estos reductos, la densidad de población, la mezcla de naciones, el alcoholismo y el colapso de las costumbres tradicionales provocó una oleada de disputas internas y el nacimiento de una nueva religión llamada la «religión de la casa colectiva», instaurada por un visionario llamado Handsome Lake, que dedicó su vida a predicar en las reservas. La nueva religión, que resaltaba la importancia de la agricultura y la educación y prohibía la brujería y el alcohol, caló rápidamente entre los iroqueses, pero con el tiempo también la nueva fe contribuyó a la disgregación de estas gentes, que acabaron dividiéndose en un grupo pagano y otro cristiano.Iroqueses 2

En los siglos XIX y XX, la vida de los iroqueses no ha sido sino una progresiva adaptación al modo de vida de los blancos. La mayoría viven en reservas, pero han abandonado la agricultura y acuden a trabajar a ciudades cercanas. Los mohawks, concretamente, se han convertido en apreciados obreros especializados dedicados a construir grandes estructuras metálicas. Descubrieron esta afición a finales del siglo XIX, en pleno auge de las labores de construcción de puentes para las compañías ferroviarias. Su indiferencia al vértigo les garantizó puestos de trabajo dignos que, en opinión de los sociólogos, guardan cierta relación con sus ancestrales costumbres bélicas. Estos trabajadores se desplazan en grupos desde las reservas, como hacían sus antepasados cazadores y guerreros, y cuando finalizan su trabajo regresan junto a sus familias y cuentan allí sus éxitos y los peligros que han padecido.


Bibliografía

http://pueblosoriginarios.com

http://www.enciclonet.com

 

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