Reseñas del Autor: Un día en la vida de Ivan Denísovich


Un día en la vida de Ivan Denísovich  es uno de esas novelas poco conocidas en occidente y que transcribe en un solo día las desgracias y crueldades sufridas por millones de deportados en los campos de trabajo soviético. Las terribles condiciones y vejaciones descritas en detalle por Alexandr Solzhenitsyn inmortalizan un drama caído en el olvido.

Pese haber ganado el Premio Novel de literatura en 1970 y haber sufrido en sus carnes la crudeza de la guerra y el internamiento en uno de aquellos campos de trabajo por «delitos de opinión», muy pocos conoceríamos a este autor de renombre (Autor de Archipiélago Gulag). Al mismo estilo que los campos de trabajo o de concentración Nazis, los Gulags estuvieron presentes en el ideario soviético durante la URSS y han sobrevivido hasta nuestro días en alguna de las antiguas repúblicas soviéticas como Uzbekistán, Solzhenitsyn describe muy bien la vida dentro de uno de estos campos.

Me llama la atención la escasa información enseñada al público general sobre el comunismo, tal vez por las atrocidades que cometieron los Nazis en esta parte de Europa, marcando a varias generaciones a fuego como eran unos salvajes escondidos detrás de una esvástica. Sin embargo, si se hace un repaso rápido a la historia y en particular a la temática comunista soviética se puede ver cómo las atrocidades cometidas desde la revolución bolchevique hasta la caía del muro de Berlín estuvieron a la altura de los alemanes e incluso en los periodos de postguerra de la guerra civil rusa y de la segunda guerra mundial lo superan con creces.

Siempre se ha dicho que la «izquierdas» ha tenido buena prensa y la «derecha» mala, pero si uno escarba un poco y se lee sin sesgos políticos, si se es capaz de hacer eso, uno se da cuenta de que no hay ninguna diferencia entre los bolcheviques y los nazis en cuanto a socialismo se refiere y las atrocidades cometidas por ambos. A los segundos quizás se les pueda calificar de salvajes y a los primeros de humanistas, pero en ambos casos el resultado es el mismo: genocidio. Incluso me atrevería a decir que con los primeros la miseria y hambre se terminaron por imponer.

Un día en la vida de Ivan Denísovich muestra la vida de un recluso a lo largo de un día en el interior de un Gulag siberiano. Explica de forma pormenorizada los problemas a los que se enfrenta el protagonista y nos cuenta la prosaica razón que lo llevaron a ser condenado a diez largos años dentro de aquellos muros.

ROSER 1

Pero no solo la suya, sino también la de todos sus compañeros de la brigada 104, sin importar el grado social, el puesto o lo importante que uno fuese, el destino era el mismo: el campo de trabajo. De los contactos dentro del partido comunista, ser un comisario político o la picardía de cada uno dependía una mejor calidad de vida dentro del gulag.

Como se puede observar a medida que se avanza en la novela, gran parte de los trabajos realizados por los presos, o mejor dicho deportados, consistía en la construcción de fábricas, grandes pueblos, minas… coincidiendo con la campaña de industrialización llevada a cabo en la época de Stalin. De ahí que la mayoría de los campos establecidos fuera para alojar a las masas de prisioneros que iban llegando y les fueran asignados distintas tareas económicas. Estas incluían la explotación de los recursos naturales y la colonización de áreas remotas, así como la realización de enormes instalaciones de infraestructuras y la construcción de proyectos industriales.

Campos de Trabajo Soviéticos

Por otro lado, quizás se pueda pensar que la forma de llegar a un gulag era tan solo teniendo un pensamiento disidente o una crítica al régimen, pero solo con la duda de pensamiento o ser nombrado por un sospechoso era motivo suficiente para ser condenado. Lo mismo que me contaba mi abuelo con la guerra civil española: muchas acusaciones venían motivadas por envidias y codicias como estar casado con una mujer hermosa o tener un poco más que el vecino.

Las deportaciones y los arrestos masivos, recaían en elementos anti revolucionarios de diferentes partidos (un grupo político), sobre minorías sociales como ucranianos o polacos (grupos nacionales), sobre las minorías étnicas como los judíos (grupo étnico) y sectas religiosas de cualquier tipo como los baptistas (grupos religiosos). Dentro del libro se matizan todas estas cuestiones de forma lateral y aparecen múltiples ejemplos que nos recuerdan a los campos de concentración Nazis y a su forma de entrar en ello.

Es cierto que no hubo campos de exterminio como tal, pero las condiciones precarias y los trabajos forzosos tenían como objeto reprimir a todas estas poblaciones y exterminarlas a través del trabajo. Muchos fueron exterminados al llegar a los gulags y otros murieron en su interior por diversos motivos: enfermedades, cansancio, fusilamientos, torturas, asesinatos masivos por sus captores…

Todo ello bien plasmado en esta fantástica novela, aunque de forma tangencial y sibilina. Me trae muchas similitudes con el libro «El niño con el pijama de rayas» y lo atroz que puede llegar a ser vivir dentro de un régimen totalitario, como les gusta llamarlo a los adeptos de esta forma de pensamiento…, yo simplemente lo llamo dictadura. Lo que me lleva a pensar porque unas banderas están prohibidas y otras se ensalzan como símbolo de virtud y principios, simplemente no veo la diferencia.

Si quieres disfrutar de un libro ameno y de lectura fácil, lo recomiendo, siempre  y cuando te interese la temática y dejes de lado cualquier sesgo político.

VALORACIÓN 7/10

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